El pasado 9 de abril de 2025, una vez más, la Presidencia Municipal de Zempoala se vistió de gala digital para celebrar el cumpleaños del presidente en turno, Paquito Sinuhé Ramírez. Con una infografía adornada con emojis, frases rimbombantes y el tono casi reverencial con el que se suele venerar a los líderes en regímenes donde el servilismo se ha institucionalizado, el equipo de comunicación social compartió en sus redes: "extendemos una afectuosa felicitación a nuestro Presidente Municipal Constitucional, deseándole el mayor de los éxitos...".
¿Qué hay de malo en desearle feliz cumpleaños a alguien? Nada. Pero lo que aquí se critica no es la cortesía sino la constante necesidad de convertir a la figura presidencial en un ídolo. Año tras año, administración tras administración, Zempoala repite el mismo espectáculo: una orgía de loas, gratitudes y elogios vacíos publicados desde las cuentas oficiales del gobierno, usando recursos públicos para ensalzar la figura de quien, en teoría, está al servicio del pueblo y no al revés.
Este tipo de publicaciones no son inocuas. Alimentan un culto a la personalidad impropio de una administración democrática y republicana. ¿Por qué la cuenta oficial del Ayuntamiento debe servir de escaparate personal? ¿Por qué se sigue utilizando el aparato institucional para exaltar a una persona en lugar de rendir cuentas o informar con seriedad a la ciudadanía? Estas prácticas convierten al municipio en un teatrillo donde el protagonista siempre es el gobernante y el pueblo, un espectador pasivo obligado a aplaudir.
La frase #UnidosPorLaTransformación, repetida hasta el hartazgo como si de una secta se tratase, encabeza estas felicitaciones que, en realidad, son autocomplacencia pura. No hay una pizca de autocrítica, ni siquiera un espacio para reconocer los múltiples pendientes del municipio. Se trata únicamente de levantar un altar simbólico para que la figura del presidente no pase desapercibida ni en su cumpleaños. Y lo peor: esto se hace con recursos públicos.
Mientras las colonias de Zempoala enfrentan problemas reales —inseguridad, falta de servicios, desempleo, obras inconclusas—, la atención del aparato gubernamental se enfoca en elaborar infografías festivas. Y el ciudadano de a pie, cansado de promesas incumplidas y de un gobierno que parece más preocupado por celebrar aniversarios que por resolver problemas, ve estas publicaciones como lo que son: una burla.
Este año fue Paco Sinuhé, el próximo será de nuevo Paquito y su maestro del desfalco, el J.J. Hernández. Cambian los nombres, pero el modelo se recicla: el poder público se personaliza, la crítica se ahoga entre corazones y pasteles, y la política se convierte en un pastel mal horneado donde todos los ingredientes huelen a propaganda.
Es momento de que las instituciones municipales dejen de funcionar como agencias de relaciones públicas de sus titulares. Si realmente se quiere transformar Zempoala, que empiecen por respetar a sus ciudadanos. La dignidad de un pueblo no se construye con imágenes editadas, sino con acciones reales, honestas y transparentes.

"Transformando el sectarismo desde tiempos prehispánicos: la tradición zempoalteca" 🎂
¿Gobierno o grupo de fans?
El problema no es un cumpleaños. Es la normalización de prácticas políticas bananeras donde la figura del presidente —aunque local— se eleva a la de un salvador, un benefactor al que hay que agradecerle hasta su existencia. No, Paco, no nos estás haciendo un favor al gobernar. Estás cobrando un salario para cumplir con tu deber. No mereces felicitaciones institucionales, mereces evaluación y exigencia ciudadana.
Las redes institucionales no son para promover egos. Son para rendir cuentas. Que no se nos olvide: el poder es público, el cargo es prestado, y el respeto se gana, no se impone con frases hechas y aplausos obligados.
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