El Nene Consentido y su Circo Populista en Zempoala
En un intento cada vez más desesperado por revivir una popularidad que se le escapa de las manos, Julio "El Nene Consentido" Menchaca ha recurrido al teatro político más rancio, disfrazado de “cariño por la cultura” y “respaldo al talento local”. La participación de Zempoala en el evento “Hidalgo en Los Pinos” no fue más que otra puesta en escena que sirve para inflar el culto a la personalidad de un gobernador más interesado en posar que en gobernar.

El Nene Consentido dirigiendo la Banda de Guerra del Señor de la Tienda: ¡Y con eso ya se cree artista!
Lejos de ser un reconocimiento auténtico al talento de los jóvenes de Zempoala o a la labor de los artesanos, este acto sirvió como escenario para que Menchaca se robara cámara, incluso empuñando la batuta para dirigir a la banda, como si fuera una estrella de rock del folklor. Pero no nos engañemos: esta no es una muestra de cercanía con el pueblo, es una estrategia de mercadotecnia populista mal disimulada.
Incluso el Presirviente Municipal, Paquito Sinuhe, ese fiel acompañante inseparable del gobernador, ha pasado a un segundo plano. Su presencia, anteriormente estelar en todos los eventos públicos, ahora parece más la de un telonero que la de un protagonista. Menchaca lo eclipsa todo con su ego. Su imagen paternalista, sonriente y teatral pretende hacer olvidar las verdaderas deficiencias de su administración: inseguridad creciente, servicios básicos deficientes, falta de inversión real en cultura (la de verdad, no esta caricatura) y una desconexión total con las necesidades del pueblo.

Segundo acto: La Golfa de la Blusita. Casi parece novela de las 4.
¿Qué mensaje manda esto a los ciudadanos de Zempoala? Que si no formas parte del show mediático del Nene Consentido, entonces tu voz no importa. Que la cultura solo vale cuando sirve como escenografía para sus aspiraciones personales. Que el gobierno es espectáculo, no servicio público. Y que las prioridades están puestas en los reflectores, no en los problemas reales.
Las redes sociales oficiales se llenaron de frases edulcoradas como “¡Zempoala suena, vibra y se transforma con orgullo!”, cuando en realidad lo que suena es el eco de un discurso vacío, lo que vibra es la molestia de una ciudadanía que ve cómo su cultura es utilizada como utilería política, y lo que se transforma es la reputación de sus líderes en figuras de cartón para selfies.

¿Gobernador o niño en recreo? Ya no sabemos. Pero eso sí: ¡selfie no falta!
No se puede dejar de señalar el riesgo del culto a la personalidad que se está fomentando alrededor de Menchaca. El populismo no es solo una forma de hacer política, es una forma de manipular emociones colectivas a cambio de votos. Zempoala no necesita un “Nene Consentido”, necesita un líder maduro, eficiente, comprometido con resolver problemas reales y no con dirigir bandas de guerra para tomarse fotos.
El evento en Los Pinos pudo haber sido una oportunidad real para celebrar la cultura de Hidalgo, pero terminó siendo una vitrina más para un gobernador que vive más para el espectáculo que para el servicio público. Y mientras tanto, Zempoala sigue esperando resultados.
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